Contingencias personales hicieron que, desde una temprana época debiera afrontar y actuar ante situaciones que excedían el marco que habitualmente la vida asigna a esos tiempos.
Entonces, no se nos pedía en realidad nada, había responsables que no querían hacer nada y dejaban que otros lo hicieran por ellos.
Nadie fijaba objetivos ni requería “resultados”, aunque pronto vimos que, en haras de la propia superviviencia era necesario:
I: no agravar la realidad preexistente,
II: decidir y operar respecto de ella, porque la “inacción” no era una alternativa viable,
III: era conveniente intentar (de cualquier modo) resolver el problema si tal cosa era posible, porque desde allí se presentaban mejores perspectivas.
Este modelo de escenario se ha reiterado desde entonces, varias veces, debiendo encarar “con los recursos disponibles” realidades inusuales, en tiempos más jóvenes y con herramientas más inadecuadas que lo usual.
Es decir algo esencialmente “neoclásico”.
De igual modo, hace muchos años después, como asistente “organizativo” de Jorge Etkin, dirigiendo la organización de un evento de significativa magnitud parala Facultad.
Ya entonces era difícil considerar a Etkin un “neoclásico”, aunque lo había sido sin duda (como casi todos) 30 años antes.
A esos encuentros, Jorge siempre se presentaba con sus “listas de pendientes”, con las que interpelaba, advertía, persuadía, amenazaba o simplemente intentaba lograr que abandonaran su letargo aquellos holgazanes, y se hicieran cargo de sus responsabilidades. Se trataba de listas de suyo “neoclásicas”.
Para abundamiento, anotaba las respuestas y en la siguiente ocasión volvía sobre aquellas.
Esas “listas de control” no eran muy distintas de las que para auditoría, nos había enseñado a usar Enrique Fowler Newton, cuando (1976) nos ocupamos de su “Tratado de Auditoría”.
Así se ha formado una actitud predispuesta a la acción (proactiva); decisoria (o resolutiva) no “de la inacción”, “largamente meditativa” o “supuestamente analítica”, que una vez que ha realizado su elección se concentra en ponerla en marcha, respecto de la cual se pedían resultados y nadie daba nada por nada de lo que superara esos márgenes.
Es decir algo esencialmente “neoclásico”.
De igual modo, hace muchos años después, como asistente “organizativo” de Jorge Etkin, dirigiendo la organización de un evento de significativa magnitud para
Ya entonces era difícil considerar a Etkin un “neoclásico”, aunque lo había sido sin duda (como casi todos) 30 años antes.
Integrábamos un “comité” cuya pertenencia estaba más ligara a concepciones “políticas” o “de figuración” que a efectividades conducentes o al profesionalismo, que se reunía todas las semanas invirtiendo largas jornadas en discursos que solamente señalaban las dificultades.
A esos encuentros, Jorge siempre se presentaba con sus “listas de pendientes”, con las que interpelaba, advertía, persuadía, amenazaba o simplemente intentaba lograr que abandonaran su letargo aquellos holgazanes, y se hicieran cargo de sus responsabilidades. Se trataba de listas de suyo “neoclásicas”.
Para abundamiento, anotaba las respuestas y en la siguiente ocasión volvía sobre aquellas.
Esas “listas de control” no eran muy distintas de las que para auditoría, nos había enseñado a usar Enrique Fowler Newton, cuando (1976) nos ocupamos de su “Tratado de Auditoría”.
Las “Check List” han constituido también una parte de nuestro ejercicio profesional, ya que nos liberaban de ocupar las neuronas (siempre escasas) con asuntos reiterativos, y permitían ocuparse “creativamente” de los hechos centrales.
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En homenaje a las listas de control, a los personajes neoclásicos nombrados y a los que aparecen después, y en un deseo de acercar estos puntos de vista a los alumnos es que dedico un esfuerzo personal a mis alumnos, tratando de mostrar la imprecisa aspiración de algunos a creer una organización social basada en principios de igualdad de derechos y deberes.
También por nuestra disposición cada vez menor a aceptar creencias “reveladas” o dogmas no pasibles de discusión, verdades a medias o mentiras, porque en su conjunto no permiten reencausar un país en que los científicos son poetas y la cigarra va triunfando sobre la hormiga.
Agosto 2010
También por nuestra disposición cada vez menor a aceptar creencias “reveladas” o dogmas no pasibles de discusión, verdades a medias o mentiras, porque en su conjunto no permiten reencausar un país en que los científicos son poetas y la cigarra va triunfando sobre la hormiga.
Agosto 2010
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