A muchos alumnos de la Facultad, y particularmente a muchos de los de nuestros cursos, siempre tan preocupados por otros múltiples asuntos, debería producirles, igual que a nosotros, molestia, tristeza y dolor, al conocer que se designa como personal superior (director general, presidente, gerente general) de la antiguamente primera empresa nacional por su tamaño, ahora renacionalizada) YPF, a un graduado del ITBA (Instituto Técnológico de Buenos Aires, y no a uno recibido de la Universidad de Buenos Aires.
Esta escuela universitaria muy conocida tanto por el nivel de exigencia para que sus inscriptos aprueben las materias, cuanto por los elevados aranceles mensuales que percibe.
Esta escuela universitaria muy conocida tanto por el nivel de exigencia para que sus inscriptos aprueben las materias, cuanto por los elevados aranceles mensuales que percibe.
Más aún, se difunde que, en un loable esfuerzo por “profesionalizar”
esa compañía se incorporarán a su dirección, además, técnicos venidos del
extranjero.
Es decir, NO se considera idóneo a ningún GRADUADO de
la UNIVERSIDAD DE BUENOS AIRES.
En la misma línea de pensamiento, quizás, el comentario atribuido al Ministro de Educación de la Nación, respecto a que no era "tan importante" una mala puntuación en las Pruebas Pisa.
¿Que se quiere decir? ¿Qué mensaje subliminal se está enviando a la sociedad (que paga el mantenimiento de la universidad)? ¿Qué indicación a la fuerza laboral futura respecto al nivel mínimo de capacitación que se les requerirá en un mundo cada vez más competitivo?
Está claro que así como no se puede esperar “complacencia” en esos estudios de gestión privada (aunque existen otros casos en los que el alumno es considerado un "cliente", y se aplica el criterio de satisfacción mercantil: aprueban todos), tampoco podemos pedirla o esperarla de nuestra Universidad.
Ya desde tiempos de Hawthorne se sabe que, en aquella
organización cerrada sobre si misma, se creía que todo se resolvía con buen
trato, buenas maneras, mejorando las comunicaciones, y desahogando las
tensiones personales, como si estos factores fueran las únicas causas de
inquietud.
En ningún lugar se demuestra el beneficio final de
esta “cooperación” paternalista sin metas.
Ni siquiera puede sostenerse durante largo tiempo.
Por ello es que resulta alarmante que, escuchar
durante una evaluación –no durante una clase-, que un asistente; cuya edad
promedio es de 22 años, y que tiene más de un año de universidad; manifieste:
.1. “no
entender” lo que significa “recomendar un criterio motivador no basado en el dinero según las teorías o
los pensadores”,
.2. tenga dificultades para “…que examine categorías…”
Ahora que está escrito se manifiestan de modo
irrefutable las cuestiones de comprensión cuando los examinados, emplean términos
de uso coloquial escritos como:
cede (referido a una locación)
conciderar
decignan
decisione (s)
enlazes
hámbito
hobrero
osea (¿¿??)
supervición
Quizás un aumento en el nivel de estudio de la
bibliografía (y otras lecturas en las que se termina repasando palabras), no
sólo la atención fonética fugaz de una clase, reduciría la aparición de algunos
de estos vocablos. Si pensamos en una
profesión “oral”, acaso esto no parezca tan grave.
Pero, también puede ayudar a comprender , o –en su
caso- pedir que se aclaren conceptos más abstractos que si se usan, ahora, del
modo específico a una carrera como:
profecional
adocracia (por la configuración)
divicional
Así se explica el que no se pueda diferenciar a Taylor
de Fayol, definir un atributo de la Turbulencia, completar la idea de la Teoría
General de los Sistemas, o reconocer debidamente una tipología organizacional.
Y finalmente, resultan inaceptables conceptos como:
.1. mencionar a Elton Mayo o a Max Weber como autores
relacionados con temas de “motivación”.
.2. usar expresiones genéricas o vagas, del tipo “que
la empresa sea mejor organizada” ... (sin que se aclara que entiende el consultor y el cliente por
tal cosa.)
.3. explicar que cierto tipo de capataces “…deben existir
para mejor funcionamiento de la compañía…” (comentario similar).
.4. la Tecnoestructura es “…la parte que se encarga de
la administración de la empresa…”
.5. recomienta una divisiónal porque “…dividir la
organización brinda una mejor organización…”
.6. “…los directores, que se encuentran en las altas esferas…”
.7. los 8 funcionales “…deberían cambiarse al ser muy
similares…” (no se indica similares a qué).
.8. “…hay que simplificar porque hay una cantidad
innecesaria de personal…” (información que no es indicada en el planteo y de la
cual se desprende un concepto tan vago como “simplificar”).
Hace tiempo que planteamos las evaluaciones bajo el modelo de un pedido de “recomendación resultante de una consulta”, los exámenes de los
últimos 18 meses están disponibles desde el inicio para ser consultados y si
fuera necesario, aclarados.
Sin embargo, ¿hay quienes piensan que el “cliente”
quedará satisfecho e incluso pagará por "recomendaciones" generalistas o insustanciales que no agregan
ningún valor, del tipo que hacen innecesario cualquier estudio universitario; o
lo hará por una conceptualización precisa y clara?
Finalmente, los resultados quedan a la vista: aunque los "insuficientes" no alcanzan un numero elevado, las calificaciones son mínimas o bajas, destacándose una significativa proporción de preguntas (9%) respecto de
las cuales el examinado NO ESCRIBE NADA, dejando el espacio en blanco (¿¿??).
Desde luego, agregamos nuestra “recomendación” o el “que hay que
hacer” sobre esta cuestión, ya que un pasado de carencias no se puede arreglar, por lo menos ahora, podemos hacer algo que es tan simple
como esto; el material esta disponible: estudiar más.
Si, sabemos que es impopular.
Y, tal vez volver a Ortega y Gasset: “…argentinos a
las cosas…”.
Porque "no hay distancia de la que no se pueda volver"
Mayo 2012, Junio 2013
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