NOTA DEL AUTOR
Las características que asumió el campo de la Administración en el pasado no constituyen
una guía segura para el futuro.
Las bases metodológicas y teóricas de la disciplina se formaron en
ciencias de la ingeniería, de la conducta y después de la teoría general de los
sistemas.
Los diferentes campos de la Administración
que así surgieron, aportaron a ella muy importantes contribuciones.
Esta diversidad de fuentes, que en el caso de las Estrategias (o escuela actual) es muy visible, produjo un conjunto
asombrosamente variado de tendencias, intereses especializados, subesferas y
orientaciones.
En realidad, la misma heterogeneidad del campo ha demostrado constituir,
a veces, una dificultad en exceso.
Para algunos, esta diversidad puede indicar confusión o incapacidad de
parte de los consultantes, estudiosos, autores e investigadores para decidir
qué es lo que deben estudiar. En
verdad, nada más lejos, sino simplemente que cada uno se ha ido orientando
hacia donde se decantaban sus intereses particulares.
Pero los críticos incompetentes, el periodismo de “divulgación” de radio
y TV, y muchos diletantes repletos de “doxa”, con frecuencia formulan al
respecto (de igual modo que respecto a la política) juicios superficiales.
A causa de su particular falta de comprensión sobre la naturaleza ampliamente
interdisciplinaria del campo, algunos han llegado a la conclusión de que este
conocimiento es irremediablemente vago y confuso, no solo en lo que se refiere
a sus propios límites, sino en general como esfera de estudio e investigación.
Si bien no se puede negar la existencia de la heterogeneidad, es
superficial pensar que los autores son menos capaces, más indecisos de las
direcciones y metodología, o menos merecedores de apoyo que los individuos que
se dedican a estudiar otros fenómenos.
La gran diversidad que caracteriza a éste ámbito de estudio deriva de la
naturaleza absolutamente fundamental del proceso de dirección y mando y de la
formidable importancia que el mismo reviste para la sociedad moderna.
Además, se reconoce desde hace mucho tiempo que dirigir, influir,
persuadir, motivar y mandar son esenciales para la formación y funcionamiento
de los grupos humanos grandes o pequeños.
Excepto que se rechace esta idea, la sociedad industrial urbana moderna
no podría existir como sistema social sin estos elementos, los que se
convirtieron en una parte profundamente aceptada de todas las instituciones
sociales importantes (económicas, políticas, educativas, religiosas, etc.)
Si el campo de la administración resulta
muy amplio o parece no poseer línea de demarcación alguna que lo separe de
otros espacios, es porque centraliza la atención de muchas disciplinas pero no
constituye propiedad exclusiva de ninguna de ellos.
Por esto se han desarrollado muchas tendencias, interés y trayectorias.
Sostener que un ámbito tan importante del conocimiento (y debemos
recordar que existen muchos epistemólogos o científicos que no reconocen tan
rango para la Administración, lo que
desde luego nos molesta un poco), debería establecer límites más rígidos o
concentrarse en un menor número de problemas, es simplemente ignorar la
importancia que tienen esos procesos para una variedad tan amplia de voluntades.
Sin embargo, a pesar de las presiones en favor de la diversidad y la
conveniencia de mantener abiertos los límites del campo, hay una necesidad
creciente de comenzar algún tipo de integración teórica.
Esto, de ninguna manera significa que no deberán estar representados los
participantes de todos los enfoques; simplemente sugiere que existen ciertos
problemas permanentes que parecen estar situados en el centro de la atención
general.
El estudio sistemático más profundo de estos desafíos comunes, puede
comenzarse reuniendo las ideas, conceptos y resultados de investigación hasta
ahora acumulados en algún tipo de estructura organizada.
Esta integración tendría el mérito de señalar cuales temas han sido estudiados
y cuáles menos, y de sugerir métodos de investigación que ayudarían a
establecer una perspectiva teórica más equilibrada de cara hacia los tiempos
por venir.
Al describir las teorías contemporáneas de administración, el presente trabajo no intenta resumir el vasto
número existente de estudios empíricos sobre las causas y los efectos de esta,
ni de informar con gran profundidad acerca de ellos.
Esto no constituye sus fines básicos.
La mayoría de los profesores de los cursos de Administración General le asignan una parte importante de sus
presentaciones.
Además ya existen recopilaciones excelentes (tales como las de Stoner o más recientemente en el campo
de las decisiones, Bonatti).
Y en algún momento de un cercano futuro, aparecerá una específica de los
colegas de nuestra Cátedra.
Por esta razón el autor no creyó necesario volver sobre ese material, lo
que no significa subestimar la pertinencia o importancia de esas experiencias.
Es en realidad, la matriz de la cual surgirá la posibilidad de integrar
teóricamente la investigación empírica.
La consideración de las Estrategias
y las Estructuras como sistemas
sociales se propone explorar el empleo del análisis funcional como herramienta
conceptual.
El análisis funcional, en la forma en que se lo emplea en este trabajo
constituye, antes que una teoría un instrumento para describir los medios dentro
de la perspectiva particular del docente.
La validez de muchas de las proposiciones enunciadas que plantean
relaciones sistemáticas entre los componentes de un sistema, debe aún ser
demostrada empíricamente.
A pesar de ello, es útil considerarlo desde el punto de vista heurístico
(hallar e inventar, cuya demanda se ha puesto en primer nivel de importancia en
la administración actual.
Especialmente, lo es en cuanto puede proporcionar al estudiante una
apreciación de la estabilidad inherente al complejo conjunto de relaciones
humanas que la constituyen dentro de una sociedad y una economía determinada.
Por todo ello, adoptamos para este trabajo el nombre
de “D.E.E.P.”, con lo que resulta el
acrónimo en inglés del término “profundo”, algo que no es sino una vana
pretensión nuestra, quizás se llegue a alcanzar en nuestro país, algún día…
A través de muchos años, tanto en el ejercicio docente
universitario, cuanto en el profesional, cursos hemos venido procurando
difundir y sostener la idea que Administración
es Dirección.
Este postulado tiene tres vertientes:
.1. Es difícil pensar en
una criatura que tiene (simultáneamente) varios padres; especialmente cuando
tales “padres” resultan de los puntos de vista de aquellos que los propugnan.
Así Taylor y Fayol inicialmente
nominados como “padres de la administración”), lo que casi nadie discute a
tenor que fueron los primeros que sistematizaron sus observaciones.
O Peter Drucker, de quien se sostiene lo mismo porque muchos autores
consideran que “antes que él” no había nada (Bill Gates es uno de los que sostiene esto), aunque “probablemente” haya sido el “padre de la dirección moderna”.
Y, desde luego, Harry Igor Ansoff, de quien por mucho tiempo se dijo también que era
el “padre de la administración
estratégica”, obviando a Theodore Leavitt
y a los trabajos de Kenneth Andrews y
Christ Christensen, que difundieron
el mismo año.
.2. Existe asimismo, a
nuestro juicio, un problema semántico, producido en parte en por el origen
inglés de la palabra “management” de
la que es muy frecuente asumir como que significa administración.
En verdad una mejor traducción (segunda
acepción) es gerencia; es decir un
tipo muy generalizado de dirección, aunque
no necesariamente la dirección política
que es a la que nos referimos siempre.
Inversamente, cuando en el inglés se
designa a la oficina que se ocupa de “llevar los papeles” nadie la nombra como
“Management”, todos dicen “Administration”.
Nombrar algo mal supone entender ese
concepto mal.
.3. Y, finalmente, es
claro que cuando alguien se dedica a la Filosofía
y Letras, su deseo es escribir, hablar sobre temas científicos o “amar el
conocimiento”, lo que puede ser para él o para los demás.
Si, en cambio, se enfoca en las Leyes su deseo es entender las
regulaciones de la conducta, sus normas, delitos y sus penas. Esto puede tener un interés intrínseco o
dedicarse hacia el “afuera”.
Pero si una persona estudia Administración, sólo lo hace para
resolver los problemas y retos que enfrentan los diferentes tipos de organizaciones, y ello solo puede
lograrse “mandando”.
Es decir que el interés por esta
ciencia únicamente aparece y viene conjuntamente con el “deseo de mandar”, lo
que siempre es hacia afuera.
Constantemente dedicamos un espacio
significativo a exponer y explicar en nuestros cursos los conceptos de eficiencia, efectividad y productividad, que aunque obviamente no
son lo mismo, es común que se confundan en el lenguaje coloquial o vulgar.
Mientras tanto la clase empresarial
nacional, y algunos comentaristas especializados, los citan sin diferenciar, y
con ello consiguen tornar más complejo discurrir el laberinto.
Está muy claro que el mundo requiere
creatividad e innovación; así lo propone Adrian
Oppenheimer (periodista argentino que reside en Miami, que ha publicado "Crear o morir; La Esperanza Lationaméricana y los cinco secretos de la innovación"); principalmente porque –sostiene- son actividades que generan mucho
valor agregado individual.
Bueno, ya muchas veces nos han augurado "morir", y también presentado soluciones que no funcionaron. Esperemos para ver.
Bueno, ya muchas veces nos han augurado "morir", y también presentado soluciones que no funcionaron. Esperemos para ver.
No obstante, nos parece que entretanto dichas facultades se desarrollan
y crecen hasta alcanzar su rango en el PBI,
nuestro país necesita satisfacer necesidades urgentes.
Particularmente, valor
agregado grupal, capital social y relaciones humanas, que no por basarse
en teorías antiguas han dejado de servir.
Llevar “esto adelante” requiere saberes de hacer y ejecutar producción
masiva, estandarizada y económicamente accesible (vivienda, infraestructura,
energía, indumentaria, alimentos y el medio ambiente).
Presupuestos, proyectos, costos, flujos financieros, obtención de
fondos, planes de repago…
Sin embargo, existen autores que sostienen que en los próximos 10 años
los trabajos actuales no existirán más.
¡Hay trabajo para siempre!
Aceptamos desde ya que, probablemente, estas concepciones son, para
nuestro trabajo, de índole “neoclásica”.
Pues bien, eso no nos molesta.
Los contadores, y somos uno de
ellos, son especialmente principistas, porque cuando un colega no sigue los
PCGA, o se vuelve muy creativo, es bastante seguro que está violando la ley.
Es claro que los principios no
existen ya más en las ciencias económicas, por lo que debe hablarse de paradigmas, asunto que también tratamos
más abajo.
Pero en otras esferas de la vida, los principios (a los que
aquí se denomina “valores”), tienen todavía mucha importancia (por caso, Honestidad,
Responsabilidad, Solidaridad, Lealtad, Tolerancia, Respeto, Compañerismo).
Los valores son principios que nos permiten
orientar nuestro comportamiento en función de realizarnos como personas.
Son creencias fundamentales que nos ayudan a
preferir, apreciar y elegir unas cosas en lugar de otras, o un comportamiento
en lugar de otro; y que otra cosa es lo que hace un dirigente sino decidir, y nosotros tenemos principios.
Los principales beneficiarios de este enfoque integrativo serán nuestros
alumnos, porque aunque no se lo mencione con frecuencia, es lo que ellos desean
para entender y asociar mejor estos elementos respecto de sus propias
experiencias laborales y profesionales.
Como este es un esfuerzo antiguo de nuestra parte, recordamos que, desde
luego, el trabajo de integrar es claramente un punto de vista “neoclásico”.
José M. Nesprías
Buenos Aires
Buenos Aires
Junio 2014, Julio 2018
Facultad de Ciencias Económicas
Universidad de Buenos Aires
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