If only we are excited or interested in the large, the large ads (which, on the other hand, almost always not materialize never), so anything we want.

Because any activity is made great efforts and sacrifices achieving small results, through anonymous heroes, who are what make things stringing beads one after another.


lunes, 10 de noviembre de 2014

13.6 SIX HYPO

Cuando, en el Capítulo 3, más arriba presentamos las denominadas “escuelas” de administración, teníamos presente que, a lo largo de su historia, las mismas se desenvolvieron en base a ejes centrales.

El énfasis estuvo puesto siempre en, la eficiencia, la eficacia, el orden, la complejidad; y para agregar las nuestras Dirección y Productividad.

En sus inicios sistemáticos con Taylor, donde todo era muy claro a la luz de los modelos de pensamiento vigentes, hasta los enfoques presentes; de los que hay casi tantos como autores todavía viven, es tan extendida la variedad que dio lugar a que Mintzberg en “Safari”(1) hablara de la existencia de una verdadera “jungla”.
 
VALORES
Asimismo, en años reciente ha ido en aumento el interés por un fenómeno conocido como Cultura Dominante.

Irving Janis fue el primero en hablar de ese fenómeno(2)(3), que se refiere a un modo de pensar en el cual la búsqueda de acuerdo entre los miembros de un grupo llega a ser tan dominante que supera la visión realista de los cursos de acción alternativos.

En estudios identificó varios síntomas básicos de Cultura Dominante.

.1. El primero es la ilusión de invulnerabilidad.
Sus manifestaciones son que los miembros del grupo se reaseguran entre sí respecto de ciertos peligros evidentes y, por lo tanto, caen en un optimismo excesivo que los lleva a estar dispuestos a correr riesgos extraordinarios.

Sus integrantes no responden ante señales notorias de advertencia.    A este estilo de gerencia, nuestro curso ha comenzado a denominarlo el “Espíritu del Titanic”.

Las víctimas de la Cultura Dominante también se inclinan a racionalizar colectivamente, y a descartar señales de advertencia y otro tipo de retroalimentación negativa que podría llevarlos a reconsiderar los cursos de acción.

.2. El siguiente síntoma es la ilusión de Estereotipos del “oponente”.    Al interior del grupo, los miembros identifican a los líderes de los grupos oponentes con estereotipos simples que predominaran en las negociaciones de diferencias de opinión.

A menudo se ejerce una enorme presión para que se ajusten al grupo los miembros que en algún momento expresan sus dudas sobre las “ilusiones” que comparten los demás, o a quienes cuestionan la validez del argumento que sustenta una decisión grupal.

Más aún, los miembros del grupo a menudo se autocensuran para evitar desviarse del consenso de la mayoría.    Frecuentemente reducen por si mismos la seriedad de sus dudas.

.3. En parte por la autocensura, se forma la Ilusión de Unanimidad.    Los integrantes suponen que los individuos que permanecen en silencio están de acuerdo con las opiniones que expresan los otros y concluyen, equivocadamente, que todos tienen la misma opinión.

Por último, las víctimas del pensamiento dominante, en ocasionen promueven o autodesignan guardias mentales para proteger a su líder y a los demás compañeros frente a la información adversa que pudiera original un conflicto sobre la conveniencia de un curso de acción diferente.

Así es como, los grupos suelen ignorar posibles elementos de selección y, por consiguiente, no son capaces de elaborar los planes de contingencia necesarios.

¿Con qué elementos se construye entonces, la cultura y los modos de hacer ulteriores de la nación, teniendo en cuenta que su energía que no deja de afluir es desviada en todo o en parte hacia otros fines?

Los historiadores contemporáneos coinciden en aceptar la presencia de este proceso, en el que las fuerzas productivas son desviadas de sus fines.

Se ha dejado de tender a dominar las fuerzas de la naturaleza y extraer los bienes naturales alcanzables con que satisfacer las necesidades humanas y se reorientan hacia otros distintos y particulares, proceso al que denominamos “sublimación” (evaporación)

Los impulsos productivos que dan orientación al desarrollo sólo pueden provocar sensaciones displacientes; reaparece la tradicional holgazanería de Taylor; y hacen surgir fueras contrarias de egoísmo y ruina, tendientes a suprimir dichas tendencias: ¡no vaya a ser!

Así pues, todos estos principios aspiran a ser aceptados como ciertos, pero no sin fundamentar tal aspiración.

Se presentan como el resultado abreviado de un largo proceso mental, basado en la observación y, desde luego, también en la deducción, y si hay quien prefiere seguir por sí mismo tal proceso, en lugar de aceptar su resultado, le señalamos el camino.

Agregando nuestras propias hipótesis, para NO “marearnos” en tal vértigo autoral, y aumentar la entropía, hemos propuesto las

Tango Management
SÉIS HIPÓTESIS
Hipótesis Nº 1: para el encuadre de las teorías administrativas, bastan cuatro grandes campos, “embudos” concluyentes en una matriz mayor o principal de ideas bastante afianzadas.


La presencia en publicaciones especializadas, textos, periódicos de economía o administración y revistas de interés general que se ocupan del tema, de gran variedad de apartes, llega a confundir en cuanto a que la disciplina se ha dividido (como las ramas más jóvenes de un árbol) en múltiples variedades, que sin llegar a ser totalmente diferentes no muestran un panorama de conjunto.

Se plantea pues el interrogante respecto a cuántas escuelas, impactos, enfoques o corrientes de pensamiento han llegado a coexistir hasta hoy en día.

Se propone una multiplicidad, muchas de las cuales no llegan a formar paradigmas (en cuanto no son de aplicación general), y sobre los cuales una revisión bibliográfica cuidadosa determina que no constituyen más que aportes de detalle o conceptos que, ciertamente ya han sido explorados con anterioridad, pero utilizando denominaciones novedosas, simpáticas, en estilo humorístico o banales.

Se trata de observaciones que no son más que “excepciones menores” de leyes fundamentales conocidas, o clasificaciones diferentes de tipos y categorías de cuestiones que la ciencia abordó hace ya tiempo sin que representen una verdadera agregación científica alguna.

Y, cuando varias teorías procuran explicar un mismo fenómeno, recordemos que es buena ciencia dar prevalencia a la más simple.    Es decir, debemos exponer nuestra

Hipótesis Nº 2: la Teoría de la Administración, para uso de nuestro país, ya está fundamentalmente completa, y los avances posteriores que se produzcan solamente agregarán o ampliarán ideas conocidas “en los bordes”, cosmético o de la periferia del conocimiento, que agrega poco a la necesaria gestión de técnica “dura”; mientras se dejan de lado los problemas usuales “neoclásicos” y de “implementación”, que son tan conocidos en la Argentina.

Según nuestro criterio ya esbozado, estamos en presencia clases de “diferenciación” o “especialización” extrema, que no sirven para explicar la Crisis Global actual, ni da pautas de conducción distintas del modesto y simple enfoque de las Estrategias: no deja de estar centrado en el cliente ni tienen un enfoque que se aparte de lo “marketinero”.

Dada la ausencia de coordinación (muchas veces equívoca) de estos trabajos, la tarea de rastrear las relaciones entre las teorías generales y las interpretaciones más específicas con sus efectos para la Administración Moderna, dichos aportes

.a. tienen características semejantes,

.b. comparten bases y modos de pensar similares,

.c. devienen principalmente de los resultados de nuevos test y otras técnicas de investigación,

.d. se enfocan en actitudes, motivación, prejuicios y otros asuntos latentes de las personas,

.e. surgen por el uso de modelos informáticos muy sofisticados (antes no disponibles) que plantean alternativas de solución a muchos problemas financieros y de criterios de decisión (para los que antiguamente no existían).

Eso no es “nueva” teoría.    La teoría básica de la Administración se encuentra implícita y es mucho más sencilla de lo que parece o de cómo se la presente.

No, no hay tantas escuelas como se pretende, seguimos dentro de la línea de (según nuestro modelo) las cuatro vertientes que ya, se han vuelto clásicas…

Así, a nuestro entender, requiere de la

Hipótesis Nº 3: las teorías presentes, se llamen de “mercado”, “competitividad”, “cambio”, “innovación”, “excelencia” o “lo que sea”, pueden quedar fácilmente agrupadas en lo que se llama “foco en el cliente”, Stoner y Freeman denomina “compromiso dinámico” y que, por sus requerimientos y necesidades; y por tanto, según conceptos, desde hace tiempo estamos nombrando genéricamente como  “estrategias”.

Este ensayo pretende iluminar que no es imposible hacer “fácil lo difícil”, iluminar el “safari” (1), de variaciones “buenas para vender”, reconocer la vigencia de teorías consideradas “viejas” que habían sido supuestamente superadas, y abandonar la índole meramente descriptiva.

Si lo que nos enfoca es dirección, eficacia, eficiencia, efectividad, productividad y atención al cliente, el postulado evidentemente requerido es:

Hipótesis Nº 4: la administración tiene sentido si es para manejar mejor las organizaciones, dar satisfacción a “todos” sus participantes, producir bienes y servicios en cantidades suficientes y a un precio barato (una especie de teoría de la “Institución”, según.

No son para permitir que los gurúes hablen y hablen, den conferencias y nos instruyan con apotegmas luminosos, que ni conducen a ninguna parte o solucionan nada, y sólo permiten “patear para adelante” los problemas en espera que algún “Mandrake el mago” lo haga por ellos.


Por tanto, veamos un arquetipo:

Hipótesis Nº 5: la Administración que la teoría estudia, se aplica en la mayoría de los países del mundo (incluso, con variaciones,  en los antiguamente socialistas), excepto por las variaciones autóctonas de Argentina.

Esto, que llamamos Tango Management, usufructúa una teoría adicional única, propia y exclusiva, porque debido a nuestro espíritu anárquico nacional, conceptos como “competitividad”, “excelencia”, “foco en el cliente” y sus necesidades son de naturaleza puramente declamativa.

El Tango Management tiene algunos axiomas:

Cultura rentística
Dios es argentino
Reinventar la rueda
Caro pero el peor
.a. importar no; se acaba el negocio protegido,
.b. importar si, se inicia un negocio sin mucho trabajo o con contrabando)
Actitud Propositiva inútil, elaboración inventiva de proyectos que nunca llegan a cumplirse
Viveza criolla
Piolada rapaz

Lo que se advierte prontamente son actitudes de “no tomar acción”, “no te metás”, “touch and go” (el viejo “toco y me voy” de Pentrelli), “yo me borré”, “yo argentino” y –en general-, falta de compromiso.


Es significativo que la “justificación” predominante siempre es “carencia de recursos”: falta de personal, falta de equipamiento, bajos salarios, etc.

.1. Existe y se usa, pero no está documentada en ninguna bibliografía, ya que ningún autor desea dejar constancia que la teoría es inversa a lo que se estudia en otras partes.

.2. Se justifica que nuestro país requiere una teoría adicional “única” (¡como no podía ser de otro modo!), consistente con las fuertes tendencias rebeldes e independientes de un espíritu nacional que, vio sobreestimuladas sus expectativas desde muy temprano, y no aceptaba la pobreza.

Se manifiesta en un estilo de dirección “rentístico”, arrellanado en el cobro de alquileres, dividendo e los intereses, y minimante inclinado al riesgo empresario de la producción.

Conducta Inicial del trabajo desorganizado y anárquico (¿genético?), proclive a las soluciones de “realismo mágico”; desganado o cómodo en su falta de voluntad de superación, convencido que todo esfuerzo es malgastado y con poca decisión para su desarrollo), cuestionador de toda forma técnica; en la que se declama pero no se aplican las ideas usuales sobre “competitividad”, “excelencia”, “foco en el cliente” y sus necesidades o “nuestro personal es el recurso más valioso”.

Estos asertos están documentados desde muy antiguo, así los trabajos de Kliksberg de los 70’(4).


.3. La característica evidente de los productos o servicios “flor de ceibo” son las de ser “lentos”, “imprecisos”, “caros” y de “mala calidad”.

La actividad productiva sustitutiva de importaciones ha revertido completamente a un modelo agro-exportador muy primitivo cuyo único producto de intercambio es la “soja”, señalado porque se obtiene casi en cualquier terreno sin que se necesite ni siquiera “arar”.

.4. Es significativa la participación del trabajo en relación de dependencia en el Estado respecto del total de la mano de obra acumulada.    Al comienzo de la democracia (1983) era del 29% y hacia 2008 del 40% (datos posteriores indican que esta tendencia ha continuado)(5).

Así, una masa de personas con baja calificación o capacitación prefieren trabajar allí, debido a que aunque sus salarios pueden ser más bajos, no corren el riesgo de ser despedidos por ineficiencia, ni que su productividad o eficiencia sea medida o controlada o contrastada de modo alguno.

.5. Finalmente se advierten comportamientos muy extendidos de asignación regular y permanente de empleos públicos con fines de clientelismo político; concesión a sabiendas de créditos que no se cancelarán jamás (la empresa “casualmente” quiebra); tolerancia del descontrol administrativo sin explicaciones; las situaciones “raras” por decirlo de alguna manera; contrataciones de bienes y servicios que “siempre” son no-estandarizados o uniformes, que dificultan la comparación de precios y condiciones; y el mantenimiento de asesores especializados o funcionarios sin funciones con altos sueldos.

Y, por ahora nos queda el último arquetipo en que sostenemos:

Peter Drucker propuso (6), que un gerente establece objetivos, organiza, motiva y comunica, al establecer criterios “mide”, y hace que la gente se desarrolle.

No, pero ahora no es así, y en Argentina mucho menos.    Sólo basta examinar nuestra idea original data de 2001, pero que el paso del tiempo no solo ha puesto de manifiesto que tal cosa era así, sino que la entropía (en blog, solapa “libros digitales”, “Entropía y Dirección”, 2008) lo ha tornado todo aún PEOR.

PROBLEMAS CON EL JEFE (DIRIGENCIA)
Nuestra conclusión actual es que el “Jefe” puede justificar su EXISTENCIA principalmente para demostrar que ejerce poder y que puede actuar sobre el subordinado por alguna de las siguientes diferentes razones.

Primero, para ponerle a la defensiva así, no se le pide nada, que no sea más creativo que él, tal que demuestre su fragilidad administrativa, y no le PIDA nada.

Segundo, si ÉL ha pedido que se haga una tarea o algo y se ha cumplido la misma exitosamente.

.a. A continuación de esto, aún más porque el resultado obtenido requiere que dé las gracias y reconozca el mérito (aunque en ocasiones bastaría con una palmada en la espalda y decir que el logro es “del equipo”).

.b. Porque profundamente sabe que, eventualmente, “debe una” (aumento, ascenso u otra clase de reconocimiento o “devolución” como se dice ahora a partir de los programas televisivos) y no desea de ninguna manera hacer tal cosa.

Tercero: si se le pide algo, (solución de un problema, consejo, asesoramiento) que –en principio o aparentemente- está dentro de sus capacidades o atribuciones, y ha debido indicar que “no se puede” (respuesta tipo I de origen “normativo o burocrático, pero que va seguida casi siempre de una interpretación respecto a los motivos por lo que “no sé”, de modo espontáneo o requerido por el peticionante), o ha debido responder que “él no puede” (respuesta tipo II relativa a facultades), demostrando que carece de las atribuciones que el subordinado pensaba.

Sea que esto haya ocurrido:

.i. porque no es así (en el fondo él también está “limitado” pero exagera),

.ii. porque no quiere involucrarse (“no te metás”),

.iii. no desea ponerse en evidencia con sus propios “jefes” (lo que se nombra actualmente como “mantener un bajo perfil”, que es lo que hacían los soldados en las trincheras de 1914), o

.iv. simplemente porque “no se le da la gana y nunca espera tener que molestarse para resolver algún problema de otro,

Es notable que el recelo se incrementa si, pasado un tiempo respecto a su primera respuesta (que ni él ni el solicitante olvidan aunque nunca se habla de ello), se le efectúa una nueva demanda, aunque la misma no se relacione con el tema anterior y deba emitir otra vez una cualquiera de idéntica contestación: “no se puede”, “no puedo”.

Y no debemos pensar que puede ocurrir sí, por alguna circunstancia la situación indicada se presenta por tercera vez.

En cualquiera de los casos, se pone al “jefe” de frente y cara a cara tanto sea con su propia ineficiencia, incapacidad, desconocimiento, incompetencia o torpeza.

Que otra cosa puede esperarse, ya es de viejo sabido que el que “sabe sabe y el que no sabe es jefe”, lo que implica que el superior no está en ese sitio por ninguna de la razones que se definen como “dirección” a saber: persuadir, influir y motivar, sino solamente por el viejo principio clásico de mandar.

Quizás, sólo se trate que ha “alcanzado el límite de su incompetencia”, principio definido por Lawrence Peter, en “El Principio de Peter”(7).

O solamente un nuevo detalle para agregar a nuestros “principios” citados antes según la cual:

Hipótesis N° 6: en nuestro país los “jefes” funcionan como si no existieran, o en el extremo, ellos NO ESTÁN para dirigir, sino exclusivamente para dar órdenes y esperar tranquilamente que llegue fin de mes y que el sistema les acredite sus sueldos, superiores a los de los empleados en la cuentas respectivas.

Evitan involucrarse en elecciones fuera de programa, pues ello los pone cara a cara con situaciones que determinan, si son MALAS, las carreras de los subordinados implicados y ocasionalmente las propias.

Si el “Jefe” escuchara hablar de la baja categorización que hace John Stuart Mill, de aquellos personajes que estando obligados a efectuar elecciones y no lo hacen, quizás se preocuparan, él sostiene que «…el hombre que permite al mundo, o al menos a su mundo, elegir por él su plan de vida, no tiene más necesidad que de la facultad de imitación de los simios…»

Aunque, siempre puede decir que “es filosofía muy elevada”, lo que sugiere que se cita algo que él no ha leído.

Del mismo modo actúa otra recomendación de Drucker(9), donde indica que «…nunca exponga a su jefe a sorpresas, incluso a las agradables –si tal cosa existe-.

Estar expuesto a una sorpresa en una organización (…) es una humillación, y muchas veces una humillación pública.

Si se lo subestima él se sentirá amargamente resentido y le adjudicará a usted la falta de sesos y conocimiento que el causante le adjudica a él».

Por estas características, si se sostiene la idea de “Tango Management”, su desarrollo quedó detenido o retrocedió hasta 100 años atrás.

De ella, la nueva hipótesis demuestra (porque paradigma no explicitado YA ES) que la función del jefe se ha vuelto virtual, no existe; y por tanto, ya no tiene que ocuparse de decisiones no programadas, ni de su personal, ni de motivar.

No hay necesidad de estimular la mejora del personal, si no se espera que haya verdadero aprendizaje, lo que por otra parte se evidencia en la falta de competitividad de las actividades económicas argentinas; quizás con la posible excepción de lo artístico.    Es decir, avanzamos a una nación de “juglares”.

Y al subordinado, lo único a que da importancia es a lo que se “cobra” (NO al valor que se agrega), por lo que de toda la teoría solamente funciona Taylor y Fayol.

Además, es posible que aunque el “subordinado” se haya acomodado o acepte al “Jefe” porque alguien tiene que ser, aunque no le reconozca más que esto porque supone que ése alguien lo “es” debido a que deberá hacer algo, en tanto que si el superior siempre da contestaciones tipo «No Se Puede» o «NO Puedo», no está cumpliendo lo que sea que la organización esperaba de él.

Por otro lado, es conveniente considerar qué ocurre cuando es el “jefe” el que pide algo al subordinado.

Podría ocurrir que el dependiente no cumpla, en cuyo caso frecuentemente el superior dice:

.1. No se entendieron las consignas:

.a. porque el empleado es tan carenciado que, no puede comprender un mensaje oral o escrito,

.b. la consigna está deficientemente expuesta o es equivocada,

.c. el empleado igual no la entiende y solicita aclaraciones adicionales.
En este caso, el mandado termina aceptado que es tan insuficiente que, en rigor no hay muchas razones para quejarse por su dicha ubicación vertical en la organización.

.2. No se recibieron las consignas: sea en tiempo y forma porque el indicado

.a. no estaba (físicamente) presente y posteriormente no se molestó en preguntar a sus compañeros si había nuevas instrucciones (por desidia o por autismo); lo que de este modo, refuerza la idea de sus propias carencias y justifica la posición del inferior; o porque efectivamente

.b. no las hubo y el “jefe” esperaba que el subordinado operara a su propio criterio (¿esperaba practivismo?, a efectos de no quedar comprometido con ellas, con la ejecución o con el resultado; particularmente, si las cosas salen mal; reservándose siempre el posible “no sabía nada” o “se excedieron de sus atribuciones”.

.3. El subalterno no cumple porque “no lo desea” (no se le da la gana).    En este caso el “jefe” no puede tomarlo con agrado, y es esperable que, si no puede inmediatamente, guardará su rencor para usarlo en cuanto tarde o temprano se presenten ocasiones para tomar venganza o aplicar los correctivos u otras represalias al incumplidor.

Finalmente, ocurre un fenómeno simétrico: el cual el “inferior” pasa a estar muy enojado, llegando rápidamente también hasta el “odio”.    Las razones frecuentes son:

Primero, porque el “Jefe”
.a. obtiene un sueldo mayor que el de él,

.b. casi siempre su nombramiento no tiene en cuenta capacidades o habilidades, ni la cantidad de trabajo que constituye (acaso) su propia agregación de valor, sino principalmente por el grado de acatamiento, obsecuencia, seguidismo o falta de nuevas ideas respecto de lo que sostienen sus respectivos propios Jefes.

Segundo, porque genera una consecuencia (quizás in) deseada, cual es anular toda la motivación que le pueda quedar al empleado.    El mismo, que es un “operativo” y no un político, ve que su actividad es en realidad la que sostiene la organización, su departamento, sector o parte en marcha; y nadie se lo reconoce ni lo hará JAMÁS.

Más, no se preocupe.    Estimado lector, si su apreciación es distinta, trate de realizar un trámite telefónico u obtener una respuesta válida desde la casilla de una empresa cualquiera en la Web, o pregunte a los alumnos universitarios, quienes a menudo notan que no se compagina la teoría al uso con la realidad que observan.

Nos gusta creer que nuestra sociedad promueve la convivencia civilizada, pero cada vez que reconocemos a alguien por su obstruccionismo, o admiramos a otro por un estilo sin sujeción a normas, (expeditivo, sin códigos, vivo, piola, cachafaz, etc.) que le ha permitido enriquecerse por esta vía, los argentinos enviamos la señal opuesta.

Hace unos 60 años era muy extendida la idea que cuanto se refería únicamente al gobierno de ese tiempo, su ideología era nacionalista o “nacional”.    Y el resto de los habitantes, NO lo eran.    En verdad, se trataba de una dirección del tipo que la historia ha llamado bonapartista (de Napoleón III).

Cuando esta percepción se tornó insoportable, hizo falta una larga, sangrienta y dolorosa quiebra para que tal cosa pareciera cambiar.

Entonces, hace 40, se generalizó con mayor intensidad una variante, denominada “nacional y popular”, que por sus propias fallas fue breve y su manifiesta incompetencia para gestionar nada, se tornó lo suficiente incómoda como para que se le respondiera con otra ruptura terrible y mortal.

No fue un avance, fue un desastre.

Ahora, alguien que, quizás lo ha escuchado de sus mayores, aunque podría haberse debido a lecturas; rescata lo “nacional y popular”, y si bien no sabemos como tal cosa evolucionará, estamos nuevamente seguros que, no se trata de una mejora sino de una vuelta atrás.

Pero es tan vacío de verdadero contenido que, se transforma en el término abreviado “nac&pop” (así, con la letra inglesa en medio), que se ha volvió una pizzería, que sobre bases poco empresarias, quebró.

La consecuencia, todo el tiempo es que se dice que no hay nuevas ideas, y se lo explica indicando que los “modelos” no dieron resultado.    Quizás lo que no funcionó fue la amoralidad de la dirigencia; y para eso sólo hay educación, enseñanza – aprendizaje y cultura.

Cuando leímos a Peters por primera vez nuestra expresión fue de sorpresa: ¡Un iluminado más!

Entonces (1982) esa clase de inspirados invadían nuestras bibliotecas y nuestros escritorios (Deal y Kennedy, Milton y Rose Friedman, William Ouchi, Lawrence Peter y Cristina Mejías), atacando las bases de nuestras convicciones de principios, orden y secuencias, tayloristas o fayolistas de eficacia, eficiencia y efectividad; esencialmente neoclásicas.

Nos proponían las ideas y soluciones más fantásticas para mejorar y eficientizar las organizaciones.

Podíamos creer un poco en la época de la piedra filosofal, de los reyes mayas o de los alquimistas.    Y casi todo se volvió dialogías plagadas de complejidad, aunque si fueran paradigmas, algunos lo están vendiendo bien.

Frecuentemente desbrozar ese tipo de asuntos se convertía en un trabajo fatigoso, ¡pero sin embargo debíamos hacer el esfuerzo de investigar y entender lo valioso que pudiera encontrarse en todo ese mundo!, ¡en todo el Mundo!

Y no nos agradaba insistir con la complejidad como explicación de los más diversos problemas, porque nos parecía que solamente reflejarían nuestro propio analfabetismo.    ¡Éramos tan jóvenes!

Después de tantos años y de haber develado en parte sus misterios, no han logrado modificar nuestras convicciones en cuanto a la Argentina; es más, cada día aumenta nuestra perturbación.

Y al cabo, lo único que ha quedado en pié es una saludable duda cartesiana que tampoco nos deja dormir por las noches, duda que parece que el dogmatismo de esta parte del siglo parece haber abandonado, olvidado, desconocido o –simplemente- ignorado.

Y más aún creer “…que nadie puede dar una respuesta, ni saber que puerta hay que tocar…”.    Quizás no queremos tocarla.

Trataremos, primero de contribuir, y recién luego, exigir.


REFERENCIAS
1
Mintzberg, Henry; Safari a la Estrategia, Ediciones Granica, (1995) 1999, Pág. 8.
2
Janis, Irving; Víctimas del Pensamiento Grupal, Houghton Mifflin, Boston 1972.
3
Janis, Irving; Veinticinco Años de Pensamiento Grupal y Desarrollo, Comportamiento Organizacional y el Proceso de Decisiones Humanas, 73, número 2 y 3, 1998.
4
Kliksberg, Bernardo; Administración, Subdesarrollo y Estrangulamiento Tecnológico, Bernardo, Paidós, 1973”, Pág. 191,195, 205 y más.
5
Revista Industrializar Argentina, Mayo 2011 Número 14, Pág, 92 y ss.
6
Drucker, Peter; La Gerencia de Empresas”, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1957, Pág. 157.”
7
Lawrence, Peter, El Principio de Peter, Editorial Plaza & Janes, España, 1970, pág. 105 y ss.”.
8
Mill, John Stuart; Ensayo Sobre la Libertad (1859), Hyspamérica Ediciones Argentina SA, Buenos Aires, Historia del Pensamiento vol. 57, Buenos Aires, 1985, Pág. 74)
9
Drucker, Peter; Administración y Futuro, Editorial Sudamericana, Buenos Aires, 1993, pág. 421.


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