La ciencia es algo muy satisfactorio e inquietante; el hombre a sido hecho de modo tal que el comprender cosas le da placer, porque quien comprende, tiene posibilidades de mejor y mayor adaptación, y por lo tanto, de sobrevivir más.
Si viviéramos en un mundo donde nunca cambia nada, claro está, habría poco que hacer.
Si viviéramos en un mundo donde nunca cambia nada, claro está, habría poco que hacer.
No habría nada que
explicarse.
No habría estímulo ninguno
para la ciencia. Quizás para nada.
Sería todo muy dogmático. Y como se ve en algunas sociedades
actuales, nunca hubiéramos salido de las cavernas.
Y si viviéramos en un mundo
totalmente impredecible, donde las cosas cambian de un modo azaroso, fortuito o
muy complejo, seríamos incapaces de explicarnos nada.
Tampoco en este caso podría
existir la ciencia.
Desde luego, esto no sería
el contexto cartesiano de la duda metódica.
Sería la locura.
Pero vivimos en un universo
intermedio, donde las cosas cambian, aunque no de modo irracional, sino
siguiendo estructuras, normas o –según nuestra propia terminología- leyes de la
naturaleza, y eso es así aunque haya pensadores que se esfuerzan por demostrar
que no existe tal regularidad.
Es por ello que, en
aquellas condiciones, comienza a ser posible dar una explicación a lo que sucede.
Podemos hacer ciencia,
porque a través de ella, se explica lo desconocido y se hacen mejores nuestras
vidas.
Sin embargo, realmente, no
se permite a ninguna observación entrar en los registros de la ciencia hasta
que haya sido confirmada de forma independiente.
Dentro de este conjunto, la
Administración se parece más a la biología y a la historia que a la física, la
matemática y la química.
Hay que conocer el pasado
para entender el presente.
Y hay que conocer los
hechos con mucho detalle, NO de un modo superficial.
No existe una teoría
predictiva para la
Administración como tampoco la hay para la historia o la
biología.
Los motivos son muchos: es
una ciencia subordinada a las otras –como la sociología o la psicología y en
menor medida la matemática-, y el grado de complejidad de aquellas, incorporado
a los problemas organizacionales, la tornan aún enormemente difícil.
¡Cómo entender al HOMBRE!
Pero es posible conocer más
tratando de entender muchas más situaciones y casos.
El estudio de un único
suceso, por humilde que parezca, desprovincializa la Administración ,
hace que retroceda la “ADMINISTRACIÓN DE USO OFICIAL EXCLUSIVO para la Argentina ”; a la que en
otra parte denominamos “Tango Management”; ya que nos muestra que puede haber otras
soluciones mejores y posibles.
Aún más. ¡existen, y están
disponibles!
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